martes, 4 de octubre de 2011

Carta a mi infección

Querida infección del tracto urinario:


Hoy has venido a visitarme por primera vez en mis veintimuchos años. Has venido por sorpresa, y sin avisar, y eso me ha causado confusión y dolor, mucho dolor. 

¿Qué es lo que te ha traído aquí? Porque sí, frecuento los mismos sitios que tú: aseos mugrientos de bares de pueblo, aseos portátiles de dudosas condiciones sanitarias, papel higiénico (que sí, está en un lugar por lo que parece seguro, pero a saber dónde estuvo antes)... pero siempre llevo cuidado de no toparme contigo, recurriendo para ello a posturas de contorsionista y malabares que me recuerdan a los entrenamientos de gimnasia rítmica de mi infancia. 



Aún así, no sé cómo, pero nos hemos encontrado, y al final nos hemos visto forzadas a conocernos. Ha pasado, y aquí estás, dispuesta a quedarte unos días.


Has llegado pisando fuerte, dando unos niveles de linfocitos y hematuria (sangre en la orina) bastante altos, que al médico le faltaba hoja para poner crucecitas.


Pero a las pocas horas de llegar tú, he recibido una visita muy grata. Resulta que mi amigo, el señor Ciprofloxacino, ha venido también a pasar unos días, concretamente 8. Por lo tanto, tendremos que compartir este cuerpo entre los 3, hasta que poco a poco vayas dejándonos, para, espero, no volver nunca más.


Espero que tengas suerte allá donde vayas, y te pido que si alguna vez volvemos a vernos, tengamos esa relación de "hola y adiós" que hemos tenido durante tantos años, pero que nunca vuelvas a tener que pasar una temporada aquí, ya que no eres bien recibida.


Besos y abrazos,
Yo.